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En este blog comparto en primera persona cómo fue mi salida de España, qué me llevó a ello y como conseguí llegar a mi primer destino: Las Islas Maldivas. Tras un par de años de idas y venidas, mil aventuras y muchos sentimientos encontrados, mudarme a Australia se convierte en mi siguiente meta. Mi historia de amor y la superación a mí misma me llevan a concluir una maravillosa etapa en Sydney, y tras pasar por Singapur y España comienzo una nueva vida en Shanghai, China.

Esta es mi historia, es mi propia experiencia, y viajar por todo el mundo se ha convertido en mi día a día. En este blog narro viajes, aventuras y los itinerarios que he seguido, siempre elaborados por mi misma. Espero que os guste mi aventura por el mundo... y recuerda: ¡que no te lo cuenten!

Primeros contactos ...


Cuando me desperté por primera vez en aquella habitación no sabía si había pasado un día, una hora o una semana. Una de mis compañeras no tardó en dejarse ver. Una chica guapa, alta, pelo largo y negro, rasgos asiáticos y desde mi ignorancia, diría que era china. Nos miramos y en seguida me estrechó la mano y me dijo que se llamaba Assel y que era de Kazajistán. Acto seguido empezó a hacerme preguntas una detrás de otra, me sentía un ser extraño que había interrumpido la calma de su vivienda y quería saber todo acerca de mi. Le dije que no hablaba inglés, que acababa de llegar y que era española. Se le dibujó una sonrisa en la cara y dijo: ¿Barcelona? a lo que me limité a contestar negativamente. A medida que iban pasando los días me di cuenta que fuera de España pocas personas ven más allá de Madrid y Barcelona, así que decidí identificarme como ciudadana de Madrid, dado el período de mi vida que viví allí y las cortas visitas que he hecho a la ciudad condal. 





Assel tenía en la pared de su cama tres fotografías en blanco y negro y seis calendarios mensuales con muchísimas cruces de color rosa que tachaban día tras día conforme iban pasando. No le di demasiada importancia a aquel hecho hasta que ella empezó a hablarme como si estuviese asustada, como si me quisiese avisar de algo malo, intentaba explicarme algo que no me iba a gustar en absoluto. 

Pasamos bastante tiempo intentando comunicarnos, fue aquí donde mi ordenador portátil se convirtió en mi mejor amigo "Google Translator" que gran invento. Ella me preguntaba cosas escribiéndolas en su portátil y yo le contestaba escribiendo en el mío. Ahora me río de aquello, pero así empecé a comunicarme con los que iban a compartir esta etapa de mi vida. 

Lo que mi nueva compañera de habitación me quería decir era que Maldivas era un infierno, que esta empresa era una cárcel y que aún estaba a tiempo de irme, que no me lo pensara mucho tiempo y que huyera. Me mostró que cada cruz en su calendario era un día menos que le quedaba para ser libre. Que una vez que aceptó venir, ya no se pudo echar atrás pero que yo estaba a tiempo, que me fuese, que abandonase. Aquellas palabras por mucho que las leía una y otra vez, no podían significar lo que yo creía que significaban. ¿Como iba a ser Maldivas un sitio tan horrible? ¿y como iba a abandonar tan pronto? Le pedía razones, argumentos que me hicieran pensar como ella. Y me habló de la comida, me habló de la mentalidad de la gente local, de como dirigían la empresa y la no libertad que imponen a los trabajadores. Le di el beneficio de la duda, pues la chica no parecía estar de broma. Se marchó a trabajar de nuevo y no tuve la oportunidad de preguntarle donde podía comprar algunas cosas de aseo que necesitaba, así que decidí tomar una ducha usando los productos que ya estaban en el baño y secándome con una toalla de mano que llevaba en mi equipaje. El baño era muy pequeño, un cuadrado con un lavabo de obra y el WC junto al grifo de la ducha ¿Como iba a poder ducharme en semejante sitio cada día? Deseé que fuese una broma de mal gusto, pero de momento, no me quedaba otra que empezar a acostumbrarme. 

Mientras me duchaba todo lo que había hablado con Assel me daba vueltas y vueltas, no podía dejar de pensar en que si ella tenía razón, debía actuar cuanto antes, pero ¿como? yo no podía hablar en inglés... y de todas formas ¿que les digo? ¿cual es realmente el problema? Estaba tan desubicada que lo único que pude hacer en aquel momento es llamar a mi ex ya que él sabía inglés y pedirle por favor que hablara con Recursos Humanos y les dijera que por las razones que me rondaban por la cabeza, me quería ir en el siguiente avión de vuelta a casa. Podía haber llamado a mi hermana, pero ella me hubiese ayudado a irme, y acabaría preocupando a la familia. A medida que le contaba a mi ex lo que quería que hiciese por mí, me sonaba más absurdo, sin sentido. Entonces él dijo: "Sandra espera un poco, estás cansada y asustada, mañana será otro día y pensarás diferente. Cada persona es un mundo y las cosas no nos afectan a todos por igual" supe que me había precipitado, tenía que ser yo en primera persona la que decidiese quedarme o irme, así que le hice caso y empecé a deshacer el equipaje. 

Al poco rato llegó otra chica diferente, yo ni siquiera sabía que iba a vivir con dos personas. Era bastante delgada, con pelo corto y de color castaño. La primera impresión que me dio fue de alguien que estaba exactamente en el sitio donde quería estar. Venía con algunos uniformes limpios en la mano, organizaba su ropa en el armario mientras me hablaba, me ofreció todos sus productos de aseo y hacía por comunicarse conmigo sin utilizar el traductor. Iryna, la frágil y trabajadora Iryna. Me explicó que trabajaba en recepción y que trabajaba muchas horas debido a que habla ruso, y tenemos un alto porcentaje de rusos que vienen de clientes a nuestro resort. 


A Iryna se le veía contenta, no demasiado entusiasmada pues reconocía que el lugar no era precisamente un lugar de ensueño para los que trabajan aquí, pero que no estaba mal. Sólo tenía que acostumbrarme. 

Iryna es de Ucrania y trabaja aquí desde hace seis meses y acababa de firmar un año mas, al menos tenía una opinión diferente, todo parecía ir mejor. Y el interés que ella puso desde el primer momento para que me integrase, es algo por lo que siempre le estaré agradecida. 

Me acompañó a una tiendecita pequeña que tenemos en nuestra isla, me dijo los horarios en los que la encontraría abierta y pude comprar algunas cosas que necesitaba. Pero en aquella tienda no había prácticamente nada más que algunos refrescos, agua, galletas, gel, champú, tabaco, recarga de móviles y sopas de fideos que se vendían en vasos ya preparados. 

A las pocas horas alguien llamó a la puerta, yo estaba sola en casa, por lo que fui a abrir y me encontré con una chica asiática también, de pelo largo y muy liso de color negro. Llevaba un uniforme blanco y su nombre escrito en una solapita de madera "Kin". Ella era mi jefa, y me estrechó la mano dándome la bienvenida con una enorme sonrisa dibujada en su cara. Me dijo que la acompañara a hacer un tour por la isla de Dhigu, lugar donde trabajaría y que me presentaría a mis compañeros y los trabajadores de otros departamentos. Con pocas palabras supo que mi nivel de inglés era bastante escaso, por lo que me hablaba muy despacio, gesticulando todo en cuanto decía y transmitiéndome muchísima seguridad. Kin me transmitía firmeza, responsabilidad, conocimiento, calma, incluso instinto maternal. 

Durante el recorrido me presentó a todos los que serían mis compañeros de trabajo, había extranjeros y locales, me presentó a los responsables de cada departamento e incluso la directora general del resort vino a saludarme y darme las gracias por la pronta incorporación. Todos estaban al tanto de que yo apenas hablaba inglés así que el esfuerzo que hicieron era notable. 

Primer paso andado... ya estaba en Maldivas, sabía donde iba a dormir y con quien iba a vivir y a trabajar. Ahora solo me quedaba por explorar qué iba a comer y como iba a comprar cada cosa que fuese necesitando. Y poco a poco, hacerme con el lugar y descubrir por mi misma si es tan malo como Assel me lo dibujaba con sus cruces rosas en la pared o no tan malo como Iryna me daba a entender.



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