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En este blog comparto en primera persona cómo fue mi salida de España, qué me llevó a ello y como conseguí llegar a mi primer destino: Las Islas Maldivas. Tras un par de años de idas y venidas, mil aventuras y muchos sentimientos encontrados, mudarme a Australia se convierte en mi siguiente meta. Mi historia de amor y la superación a mí misma me llevan a concluir una maravillosa etapa en Sydney, y tras pasar por Singapur y España comienzo una nueva vida en Shanghai, China.

Esta es mi historia, es mi propia experiencia, y viajar por todo el mundo se ha convertido en mi día a día. En este blog narro viajes, aventuras y los itinerarios que he seguido, siempre elaborados por mi misma. Espero que os guste mi aventura por el mundo... y recuerda: ¡que no te lo cuenten!

Final en Phuket... gozando de tranquilidad

Cuando amanecí en mi hotel de Phuket asombrosamente no tenía resaca alguna. Fui a desayunar con mis amigos los franceses que ya se iban ese dia hacia Singapur y luego me dí un baño en mi piscina y me fuí a pasear por los alrededores.         
Hacía un día precioso, el clima en Phuket es húmedo y hace bastante calor. Tenía hambre así que fui al mismo restaurante donde había cenado la noche anterior con los franceses. Pedí sopa de marisco y tempura de langostinos con salsa agridulce ... ¡estaba todo riquísimo!

Despues de comer me di un paseo por la playa, Surín es una zona muy tranquila comparada con otras zonas de Thailandia o incluso de Phuket. En la playa hay mucha oferta de masajes, de servicios de estética y de comida y bebida. Son gente muy trabajadora y servicial y aunque haga un calor infernal, ellos te ofrecen sus productos con una enorme sonrisa y a precios practicamente de risa.


Durante mi estancia en Phuket me hice muchos masajes, apenas pagaba 8 euros por una hora y la chica venía incluso a mi habitación a dármelos, por lo que es obvio que me dí mas de una decena. Haciendo un poco de turismo, decidí ir a Patong, la zona de más movimiento de Phuket. En la puerta de mi hotel cogí un taxi hasta allí, que costó unos 10 Euros y el trayecto eran unos 20 minutos por montañas y carreteras imposibles. Las vistas son preciosas en cualquier sitio, entre la gran maleza que rodea las carreteras se asoma la mayoría de las veces un mar azul con fondos rocosos y arena limpia. Hay maravillosos paisajes en este lugar.





Llegar a Patong fue, ruído agotador, música alta por donde quieras que vas, gente corriendo y gritando de un lado a otro, cientos de chicas ofreciendo sus servicios a todo turista, y una infinidad de puestos de comida, bebida, ropa y souvenirs por todos lados. Sinceramente es una locura, y después de pasar un par de horas inmersa en este caos, comprarme un par de modelitos tirados de precio y algo de comer, busqué desesperada un medio para volver a la paz de mi hotel cuanto antes.



Fue entonces cuando me subi a uno de los famosos Tuk Tuk de Thailandia. El precio de estos era igual que coger un taxi, y aunque no es que sea muy placentero, pues no es para nada estable hacer esa ruta en uno de estos vehíuclos, es una experiencia divertida.

El resto de mi estancia en Phuquet me la pase descansando, disfrutando de la lectura, la playa, la buena comida, el clima y el maravilloso servico que hay en esta tierra del Sudeste Asiático. Al que sin duda pienso regresar algún día porque me ha encantado. 

Tengo que añadir que al lado de mi hotel había varios modistas que te diseñaban o simplemente copiaban el diseño que les llevaras y te hacían cualquier vestido, traje de chaqueta o un simple trapo que se te antojase por un precio bastante razonable. Aproveché la oportunidad para hacerme un par de trajes de chaqueta de color blanco que tenía ganas de tener hacía mucho tiempo y quedé encantada con mi compra... aunque tengo que decir que debido al ritmo de vida que llevo, aun no he tenido ocasión de estrenarlo. 



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